El preámbulo sitúa la narración en el ámbito de lo tradicional: el autor va a escribir una historia que ha oído contar, y que es tan verosímil que a él mismo le da miedo.
I. Alonso, hijo de los
condes de Alcudiel, y su prima Beatriz, hija de los condes de Borges, regresan
de una cacería por el Monte de las Ánimas y aquél le cuenta a esta una leyenda
que circula por Soria: ese monte era propiedad de los Templarios, que habían
sido llamados por el rey para combatir a los árabes, algo que había molestado a
los nobles; las desavenencias entre ellos desembocaron finalmente en
un enfrentamiento armado en el monte y, desde entonces, la noche de Difuntos,
se levantan de sus tumbas para seguir combatiendo. Como esa es noche de Difuntos,
por lo que Alonso aconseja que se marchen cuanto antes.
II. Ya en casa, Alonso
propone a su prima que, antes de separarse, se intercambien algún regalo. Él le
ofrece un joyel que sujetaba la pluma de su gorra y ella una banda azul que
llevaba en su vestido. Pero cuando va a entregársela, se da cuenta de que la ha
perdido en el Monte de las Ánimas. Él se siente obligado a ir a buscarla, más
aún cuando Beatriz se muestra escéptica con la leyenda y se burla de los
temores de Alonso.
III. Beatriz se acuesta, pero
no puede conciliar un sueño tranquilo: oye ruidos, puertas que chirrían, pasos
que se acercan, voces que la llaman, ve sombras aterradoras… Finalmente,
vencida por la tensión del miedo, se duerme. A la mañana siguiente, al despertar,
ve junto a su cama la banda azul que Alonso había ido a buscar. Y cuando los
criados entran a comunicarle que han encontrado a su primo muerto en el monte,
la hallan a ella también muerta, aterrorizada.
IV. Dicen que, desde
entonces, en la noche de Difuntos, en el Monte de las Ánimas se ha visto a una
mujer dando vueltas alrededor de la tumba de Alonso, perseguida por esqueletos
de nobles y templarios.
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